Ser celiaca es algo que no elegí, pero que debo aceptar todos los días de mi vida.
La celiaquía es una condición que afecta a mi salud y que me obliga a llevar una dieta muy estricta y cuidadosa, ya que de lo contrario mi cuerpo sufriría graves consecuencias.
Cuando te enteras de que eres celiaca, tu cotidianidad se revoluciona.
La celiaquía es una enfermedad autoinmune que se produce cuando el sistema inmunológico reacciona de forma anormal ante la presencia del gluten, una proteína presente en algunos cereales como el trigo, la cebada y el centeno.
Cuando un celiaco consume gluten, su sistema inmunológico ataca a las células del intestino delgado, provocando una inflamación que puede causar daños permanentes en la mucosa intestinal.
Por eso, ser celiaco implica seguir una dieta sin gluten de por vida. Esto significa que debo evitar cualquier alimento que contenga trigo, cebada, centeno, avena y sus derivados. Esto incluye no solo productos obvios como el pan, la pasta y la pizza, sino también muchos alimentos procesados que contienen gluten como espesante o estabilizante.
Las limitaciones alimentarias que impone la celiaquía pueden resultar muy difíciles de llevar, sobre todo al principio.
Hay que aprender a leer las etiquetas de los productos y a identificar los ingredientes que contienen gluten.
También es importante tener mucho cuidado en los restaurantes y en las reuniones sociales, ya que muchas veces los platos pueden contener trazas de gluten.
De hecho, los inconvenientes en las reuniones sociales y los viajes son una de las mayores complicaciones de ser celiaco.
Los viajes son otro momento de limitaciones y mucha paciencia, tengo que planificar con anticipación qué alimentos puedo llevar conmigo y qué opciones sin gluten existen en los restaurantes del destino.
Además, los chistes de mal gusto sobre la celiaquía y las dietas sin gluten son algo que me encuentro con frecuencia, o preguntas cómo ¿eres muy celiaco o solo un poco?, o comentarios cómo “uhhh ni sabes lo que te pierdes” son parte del combo que viene con la enfermedad.
Muchas veces la gente no comprende la seriedad de la condición y la importancia de llevar una dieta sin gluten. A menudo se burlan de las personas que no pueden comer gluten, pensando que se trata de una moda o de una exageración. Pero para mí, la celiaquía es algo muy real y muy serio.
Sin embargo, aunque ser celiaco implica muchas limitaciones y dificultades, cumplir al 100% la dieta libre de gluten, conlleva una mejoría de la salud que hace que valga la pena el esfuerzo
Cuando descubrí que era celiaca y comencé a llevar una dieta sin gluten, mi salud mejoró drásticamente. Me sentía con más energía, con menos dolores abdominales y con menos fatiga.
La mejora de mi salud fue algo que me motivó a seguir llevando una dieta sin gluten, a pesar de las dificultades que implica. Aprendí a cocinar platos sin gluten y a buscar alternativas saludables y deliciosas para sustituir los alimentos que debía evitar. Descubrí que hay muchos productos sin gluten en el mercado y que, con un poco de creatividad, se pueden hacer platos deliciosos y variados.
Y si bien hoy en día la celiaquía está mucho más reconocida y respetada que hace unos años, aún queda mucho por hacer y por ello aquí estamos, brindando más opciones para que la celiaquía no implique renunciar “poder elegir” ni a darnos un gustito con al sabroso cuando así lo queríamos